FRANCISCO RODRÍGUEZ MARÍN.
(1855-1943)
ANHELOS15
Agua quisiera ser, luz y alma mía,
que con su transparencia te brindara;
porque tu dulce boca me gustara,
no apagara tu sed, la encendería.
Viento quisiera ser: en noche umbría
callado hasta tu lecho penetrara,
y aspirar por tus labios me dejara,
y mi vida en la tuya infundiría.
Fuego quisiera ser para abrasarte
en un volcán de amor, ¡oh, estatua inerte,
sorda a las quejas de quien supo amarte!
Y después para siempre poseerte,
tierra quisiera ser, y disputarte
celoso a la codicia de la muerte.
Poeta y Abogado César de Medina Bocos,
Soneto de La Justicia de La Lamentable
Un presidente que preside… a ratos,
magistrados durmiendo en un sillón,
que servían lo mismo de cartón
y en cambio resultaban más baratos.
A los lados, catorce pelagatos,
hartos de manejar el azadón,
que entienden, cuando prestan atención,
nada, como quien dice, entre dos platos.
Un fiscal enconado complaciente.
Un letrado, mintiendo que es un gusto.
Testigos que declaran con malicia.
En el banco, un bribón o un inocente,
esperando o temiendo el fallo injusto…
Y en el techo, pintada, la Justicia.
José Feliú y Codina, dramaturgo, fue quien llevó a la fama al personaje La Dolores. Se cuenta que en el primer viaje en tren que realizó desde su Barcelona a Madrid, escuchó en la estación de Binéfar (Huesca) a un ciego cantar una copla sobre La Dolores. Quedó muy impresionado, y poco después escribió, sobre la historia cantada que había escuchado, un romance.
el maestro Tomás Bretón convirtió el drama en una zarzuela-ópera.
Letra de la Copla
Por ser amiga de diversiones (1),
por ser alegre en su juventud
en coplas se vio la Dolores,
la flor de Calatayud.
Y una coplilla recorrió España,
pregón de infamia de una mujer.
Y el buen nombre de aquella maña,
yo tengo que defender
ESTRIBILLO:
Si vas a Calatayud,
si vas a Calatayud,
pregunta por la Dolores,
que una copla la mató
de vergüenza y sinsabores.
Di que te lo digo yo,
el hijo de la Dolores.
Dice la gente de mala lengua
que por su calle la ven pasar.
No sabe su madre quién era
Dolores la del cantar.
Yo la quería con amor bueno,
mas la calumnia la difamó.
Y no supo limpiar el cieno
que la maldad le arrojó.
Al estribillo.
ANDRES ELOY
BLANCO
Cuando tú te quedes muda,
Cuando yo me quede ciego,
Nos quedaran las manos
Y el silencio.
Cuanto tú te pongas vieja,
Cuando yo me ponga viejo,
Nos quedaran los labios
Y el silencio.
Cuanto tú te quedes muerta,
Cuando yo me quede muerto,
Tendrán que enterrarnos juntos
Y en silencio.
Y cuanto tú resucites,
Cuando yo viva de nuevo,
Nos volveremos a amar
En silencio.
Biografia.-
Premio en concurso promovido por
la Real
Española de la Lengua, en la ciudad de
Santander (España), a la cual concurrió con su "Canto a España".
Fue nombrado miembro de la Real
Academia Sevillana de Buenas Letras, 1924.
Graduado en la carrera de
Derecho de la Universidad
de Venezuela,
Algunas de sus obras:
"Barco de Piedra", "Malvina Recobrada" (1937),
"Abigail" (1937) y "Baedecker 2000".
Nació en Cumaná, Estado Sucre,
Venezuela un 6 de agosto de 1896,
murió en la Ciudad de México el 21 de mayo de
1955.
La Renuncia
He renunciado a ti. No era
posible.
Fueron vapores de la fantasía;
son ficciones que a veces dan a lo inaccesible
una proximidad de lejanía.
Yo me quedé mirando cómo el río se iba
poniendo encinta de la estrella...
hundí mis manos locas hacia ella
y supe que la estrella estaba arriba...
He renunciado a ti, serenamente,
como renuncia a Dios el delincuente;
he renunciado a ti como el mendigo
que no se deja ver del viejo amigo;
Como el que ve partir grandes navíos
como rumbo hacia imposibles y ansiados continentes;
como el perro que apaga sus amorosos bríos
cuando hay un perro grande que le enseña los dientes;
Como el marino que renuncia al puerto
y el buque errante que renuncia al faro
y como el ciego junto al libro abierto
y el niño pobre ante el juguete caro.
He renunciado a ti, como renuncia el loco a la palabra que su boca pronuncia;
como esos granujillas otoñales,
con los ojos estáticos y las manos vacías,
que empañan su renuncia, soplando los cristales en los escaparates de las confiterías...
He renunciado a ti, y a cada instante
renunciamos un poco de lo que antes quisimos
y al final, !cuantas veces el anhelo menguante
pide un pedazo de lo que antes fuimos!
Yo voy hacia mi propio nivel. Ya estoy tranquilo.
Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño;
desbaratando encajes regresaré hasta el hilo.
La renuncia es el viaje de regreso del sueño...
Fueron vapores de la fantasía;
son ficciones que a veces dan a lo inaccesible
una proximidad de lejanía.
Yo me quedé mirando cómo el río se iba
poniendo encinta de la estrella...
hundí mis manos locas hacia ella
y supe que la estrella estaba arriba...
He renunciado a ti, serenamente,
como renuncia a Dios el delincuente;
he renunciado a ti como el mendigo
que no se deja ver del viejo amigo;
Como el que ve partir grandes navíos
como rumbo hacia imposibles y ansiados continentes;
como el perro que apaga sus amorosos bríos
cuando hay un perro grande que le enseña los dientes;
Como el marino que renuncia al puerto
y el buque errante que renuncia al faro
y como el ciego junto al libro abierto
y el niño pobre ante el juguete caro.
He renunciado a ti, como renuncia el loco a la palabra que su boca pronuncia;
como esos granujillas otoñales,
con los ojos estáticos y las manos vacías,
que empañan su renuncia, soplando los cristales en los escaparates de las confiterías...
He renunciado a ti, y a cada instante
renunciamos un poco de lo que antes quisimos
y al final, !cuantas veces el anhelo menguante
pide un pedazo de lo que antes fuimos!
Yo voy hacia mi propio nivel. Ya estoy tranquilo.
Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño;
desbaratando encajes regresaré hasta el hilo.
La renuncia es el viaje de regreso del sueño...
Píntame angelitos negros
¡Ah mundo! La Negra Juana,
¡la mano que le pasó!
Se le murió su negrito,
sí señor.
—Ay, compadrito del alma,
¡tan sano que estaba el negro!
Yo no le acataba el pliegue,
yo no le acataba el hueso;
como yo me enflaquecía,
lo medía con mi cuerpo,
se me iba poniendo flaco
como yo me iba poniendo.
Se me murió mi negrito;
Dios lo tendrá dispuesto;
ya lo tendrá colocao
como angelito del Cielo.
—Desengáñese, comadre,
que no hay angelitos negros.
Pintor de santos de alcoba,
pintor sin tierra en el pecho,
que cuando pintas tus santos
no te acuerdas de tu pueblo,
que cuando pintas tus Vírgenes
pintas angelitos bellos,
pero nunca te acordaste
de pintar un ángel negro.
¡la mano que le pasó!
Se le murió su negrito,
sí señor.
—Ay, compadrito del alma,
¡tan sano que estaba el negro!
Yo no le acataba el pliegue,
yo no le acataba el hueso;
como yo me enflaquecía,
lo medía con mi cuerpo,
se me iba poniendo flaco
como yo me iba poniendo.
Se me murió mi negrito;
Dios lo tendrá dispuesto;
ya lo tendrá colocao
como angelito del Cielo.
—Desengáñese, comadre,
que no hay angelitos negros.
Pintor de santos de alcoba,
pintor sin tierra en el pecho,
que cuando pintas tus santos
no te acuerdas de tu pueblo,
que cuando pintas tus Vírgenes
pintas angelitos bellos,
pero nunca te acordaste
de pintar un ángel negro.
Pintor nacido en mi tierra,
con el pincel extranjero,
pintor que sigues el rumbo
de tantos pintores viejos,
aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.
No hay pintor que pintara
angelitos de mi pueblo.
Yo quiero angelitos blancos
con angelitos morenos.
Ángel de buena familia
no basta para mi cielo.
Si queda un pintor de santos,
si queda un pintor de cielos,
que haga el cielo de mi tierra,
con los tonos de mi pueblo,
con su ángel de perla fina,
con su ángel de medio pelo,
con sus ángeles catires,
con sus ángeles morenos,
con sus angelitos blancos,
con sus angelitos indios,
con sus angelitos negros,
que vayan comiendo mango
por las barriadas del cielo.
con el pincel extranjero,
pintor que sigues el rumbo
de tantos pintores viejos,
aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.
No hay pintor que pintara
angelitos de mi pueblo.
Yo quiero angelitos blancos
con angelitos morenos.
Ángel de buena familia
no basta para mi cielo.
Si queda un pintor de santos,
si queda un pintor de cielos,
que haga el cielo de mi tierra,
con los tonos de mi pueblo,
con su ángel de perla fina,
con su ángel de medio pelo,
con sus ángeles catires,
con sus ángeles morenos,
con sus angelitos blancos,
con sus angelitos indios,
con sus angelitos negros,
que vayan comiendo mango
por las barriadas del cielo.
Si al cielo voy algún día,
tengo que hallarte en el cielo,
angelitico del diablo,
serafín cucurusero.
Si sabes pintar tu tierra,
así has de pintar tu cielo,
con su sol que tuesta blancos,
con su sol que suda negros,
porque para eso lo tienes
calientito y de los buenos.
Aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.
No hay una iglesia de rumbo,
no hay una iglesia de pueblo,
donde hayan dejado entrar
al cuadro angelitos negros.
Y entonces, ¿adónde van,
angelitos de mi pueblo,
zamuritos de Guaribe,
torditos de Barlovento?
Pintor que pintas tu tierra,
si quieres pintar tu cielo,
cuando pintas angelitos
acuérdate de tu pueblo
y al lado del ángel rubio
y junto al ángel trigueño,
aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.
tengo que hallarte en el cielo,
angelitico del diablo,
serafín cucurusero.
Si sabes pintar tu tierra,
así has de pintar tu cielo,
con su sol que tuesta blancos,
con su sol que suda negros,
porque para eso lo tienes
calientito y de los buenos.
Aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.
No hay una iglesia de rumbo,
no hay una iglesia de pueblo,
donde hayan dejado entrar
al cuadro angelitos negros.
Y entonces, ¿adónde van,
angelitos de mi pueblo,
zamuritos de Guaribe,
torditos de Barlovento?
Pintor que pintas tu tierra,
si quieres pintar tu cielo,
cuando pintas angelitos
acuérdate de tu pueblo
y al lado del ángel rubio
y junto al ángel trigueño,
aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.
El sexo de los ángeles
Mis ángeles son ángeles con sexo.
Yo, nada teológico, pero erecto y divino
veo una mujer ángel en mis sueños.
Tiene espíritu y carne
y tiembla cuando la toco,
vuela en torno mío
como una mariposa de cristal
y se detiene en lo alto de mi torre
de mármol.
Como invitándome a escalarla.
Mi angelesa me cuenta, por las noches,
después de la tormenta del amor,
cosas acerca de la soledad de dios.
Dios está helado
en su propia memoria,
recordando a Lucifer
el ángel de la luz que lo alumbraba
cuando estaba prisionero
del tedio de la eternidad.
Mi angelesa me sigue a todas partes.
Como una mujer fiel.
Yo amo su sexo puro y hermoso
como el tiempo.
Yo, nada teológico, pero erecto y divino
veo una mujer ángel en mis sueños.
Tiene espíritu y carne
y tiembla cuando la toco,
vuela en torno mío
como una mariposa de cristal
y se detiene en lo alto de mi torre
de mármol.
Como invitándome a escalarla.
Mi angelesa me cuenta, por las noches,
después de la tormenta del amor,
cosas acerca de la soledad de dios.
Dios está helado
en su propia memoria,
recordando a Lucifer
el ángel de la luz que lo alumbraba
cuando estaba prisionero
del tedio de la eternidad.
Mi angelesa me sigue a todas partes.
Como una mujer fiel.
Yo amo su sexo puro y hermoso
como el tiempo.
1937 al 1988, tomado del libro Nunca fue tan claro el amor, del autor Harry Almela.
Los afanes filosóficos de Silva y su constante tendencia a
la transgresión de la palabra permean una poesía armoniosa en su ausencia de
centro. Oscuro a veces, experimental de las formas en otras, su obra está
inmersa en su gran libro de la cultura occidental¨…¨su palabra siempre transcurre
nítida y precisa…¨ Obras: Tenebra 1964, Piedras y Campanas 1979, La Soledad de
Ofeo. Cantata 1980. Etc,
Su primer soneto Cielo y Mar, Cruz María Salmerón
Acosta, transcurrió su vida bajo la dictadura de Juan Vicente Gómez, que frustro
sus estudios en Ciencias Políticas, al cerrar la Universidad, fue un torturado
poeta, víctima de la lepra, dolencia que lo consumió desde su plena juventud
hasta los 38 años de edad…¨ “En
esta época hay muy poca gente que crea en el destino. El mío es muy triste, y
hasta creo que en algo tiene que ver, culpablemente, el nombre que me pusieron:
Cruz significa cosa de tumba, y María es nombre de mujer”. Tomado de
letralia.com
Cielo y mar
En
este panorama que diseño
Para tormento de mis horas malas,
El cielo dice de ilusión y galas, El mar discurre de esperanza y sueño.
Para tormento de mis horas malas,
El cielo dice de ilusión y galas, El mar discurre de esperanza y sueño.
La
libélula errante de mi ensueño
Abre la transparencia de sus alas,
Con el beso de miel que me regalas
A la caricia de tu amor risueño.
Abre la transparencia de sus alas,
Con el beso de miel que me regalas
A la caricia de tu amor risueño.
Al
extinguirse el último celaje,
Copio en mi alma el alma del paisaje
Azul de ensueño y verde de añoranza;
Copio en mi alma el alma del paisaje
Azul de ensueño y verde de añoranza;
Y pienso con obscuro pesimismo,
que mi ilusión está sobre un abismo
y cerca de otro abismo mi esperanza.
que mi ilusión está sobre un abismo
y cerca de otro abismo mi esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario